Esta casa tan particular quedaba
exactamente a la vuelta de la página, en la intersección de la historia y el
relato. Era una casa con un techo de libro abierto, y enciclopedias de ladrillos. Las cortinas eran cuentos cortos y cada ventana tenia una hermosa
vista a la imaginación. La planta baja estaba empapelada con hermosas metáforas y el primer piso (al cual se subía por la escalera de
relatos de caracol) por perfecas descripciones.
El baño tenía una refrescante
ducha de ideas y la cocina tenía su propia máquina inspiradora. Las mejores
citas estaban gravadas en platos y cubiertos y las no tan mejores en el papel
higiénico. Habían más libros que partículas de oxigeno y hasta los árboles tenían
hojas de texto. Para entrar había que
leer las primeras páginas y solo terminando de leerla uno salía. Si bien muchos
quisieron quedarse para siempre y algunos quisieron irse de inmediato solo
salía de aquella casa quien terminaba de leerla o quedaba eternamente, atrapado en su historia.
Ade Garbuio
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